Miércoles 25 de diciembre de 2024
El cacao salvadoreño de la finca Varsovia ha logrado posicionarse entre los mejores del mundo, obteniendo una medalla de oro en el prestigioso certamen Cacao Excellence celebrado en Ámsterdam, Países Bajos. Rafael Moisés Ochoa, productor de la finca, ha destacado en representación de Centroamérica y El Caribe, siendo un motivo de orgullo para la región.
En un hecho histórico para El Salvador, la Finca Las Vegas de San Vicente también obtuvo reconocimiento, llevándose a casa la medalla de bronce. Esta doble premiación marca un hito significativo para los productores salvadoreños, demostrando la calidad excepcional de su cacao a nivel mundial.
Los Premios Cacao de Excelencia son reconocidos como uno de los más prestigiosos del mundo, honrando a los productores por la calidad superior y la diversidad de sabores de su cacao. Rafael Moisés Ochoa, quien ya había obtenido el tercer lugar en un certamen local el año pasado, vuelve a destacar ahora a nivel internacional con su cacao de la finca Varsovia, calificado como “cacao fino de aroma”.
La finca de Ochoa, que abarca 10 manzanas de terreno, alberga unos 5,000 árboles de cacao junto con una variedad de árboles frutales y sombras que contribuyen a la calidad del cultivo. Con planes de expandir su área cultivada, Ochoa espera aumentar su producción a más de dos toneladas en su segunda cosecha.
Además de la producción de cacao, la familia Ochoa ha incursionado en la venta de chocolate en barra y en polvo bajo la marca Cacao Moisés, procesados en las plantas del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria (Centa). Este emprendimiento no solo busca ofrecer chocolate de alta calidad, sino también contribuir a la salud de los consumidores gracias a las propiedades naturales de la semilla del cacao.
Como parte de su visión empresarial, la finca Varsovia busca obtener certificación orgánica para ingresar a los mercados de Estados Unidos y Europa con productos orgánicos. Para ello, han establecido un centro de fermentación con tecnología avanzada que garantiza el óptimo desarrollo de las plantas.
Además de su impacto en la industria del cacao, la finca Varsovia también contribuye al desarrollo local, empleando a ocho personas de forma permanente y ofreciendo frutas excedentes a precios accesibles a pequeños comerciantes locales, promoviendo así el beneficio mutuo en la comunidad.