Martes 5 de noviembre de 2024
El flujo de dinero enviado por inmigrantes centroamericanos desde Estados Unidos a sus familias ha alcanzado niveles récord, representando aproximadamente una cuarta parte del producto interno bruto (PIB) combinado de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Marta Alvarado, una salvadoreña de 54 años que trabaja como secretaria en una clínica de salud, depende en gran medida de las remesas enviadas por sus tres hermanos que residen en el extranjero. Este dinero no solo sostiene su propia vida, sino que también ayuda a sus padres ancianos con gastos de alimentos, medicinas y mejoras en el hogar.
En conjunto, los cuatro países centroamericanos recibieron cerca de 42.000 millones de dólares en remesas familiares durante el año 2023, según estimaciones de la Agence France-Presse (AFP) basadas en datos de bancos centrales y el Consejo Monetario Centroamericano. Esta cifra histórica supera incluso los montos captados por inversión extranjera, turismo o exportaciones, y es vital para impulsar el comercio y el consumo en naciones con altos índices de pobreza.
Las remesas ahora representan una parte significativa del PIB en estos países, siendo aproximadamente el 27% en Honduras, 26% en Nicaragua, 24% en El Salvador y casi 20% en Guatemala. Expertos señalan que estas transferencias son esenciales para mantener a flote las economías locales y evitar un colapso financiero.
Para muchas familias como la de Marta Alvarado, las remesas han sido una bendición, permitiendo cubrir necesidades básicas y mejorar la calidad de vida. Sin embargo, organismos internacionales y líderes políticos también promueven el uso productivo de estos recursos, incentivando la inversión en pequeños negocios y emprendimientos que puedan contribuir al desarrollo económico sostenible de la región.
El presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, ha destacado la importancia de canalizar las remesas hacia iniciativas de desarrollo que ayuden a romper el ciclo de pobreza y desmotiven la migración forzada. Propuestas similares son respaldadas por asociaciones y líderes comunitarios en toda la región, quienes ven en el uso estratégico de las remesas una oportunidad para fortalecer las economías locales y crear oportunidades sostenibles para las comunidades centroamericanas.