A finales del siglo pasado, los Emiratos Árabes Unidos iniciaron un ambicioso proyecto para construir complejos de islas artificiales de lujo. Aunque la idea no era nueva —islas artificiales han existido durante siglos en lugares como el lago Titicaca—, este proyecto destacó por sus diseños elaborados y simétricos, visibles desde el aire.
Uno de los proyectos más ambiciosos fue “El Mundo”, un archipiélago de casi 300 islas artificiales que recreaban la forma de los siete continentes, como se ven en los mapas. El plan, lanzado por el jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum en 2003, invitaba a los compradores a elegir islas que simularan la forma de diferentes países, desde Reino Unido y EE.UU. hasta Groenlandia.
Con una inversión de $12 mil millones y el uso de casi 321 millones de metros cúbicos de arena y 386 millones de toneladas de piedra, el objetivo era crear islas que pudieran convertirse en lujosas propiedades para los más acaudalados del mundo.
“La visión de los Emiratos Árabes Unidos era buscar cómo reemplazar su dependencia del petróleo como principal fuente de recursos. Y la elección fue la del negocio de propiedad raíz”, explicó a BBC Mundo el profesor Alastair Bonnett, geógrafo de la Universidad de Newcastle y autor del libro “Un viaje dentro de la era de las islas artificiales”. Bonnett añadió que el modelo de las islas artificiales, aunque copiado por otros países como Nigeria, ha tenido tanto éxitos como fracasos.
Sin embargo, a pesar de la enorme inversión y la grandiosa visión, “El Mundo” ha sido abandonado por los millonarios y muchas de las islas permanecen desiertas, marcando un notable fracaso en el desarrollo inmobiliario de lujo en Dubái.