Sábado 11 de enero de 2025
Brasil atraviesa una histórica sequía que ha reducido drásticamente la capacidad de producción de sus hidroeléctricas, la principal fuente de energía del país. A pesar de ello, el suministro eléctrico está garantizado este año gracias a la activación de plantas térmicas de emergencia. Sin embargo, esta solución implica un mayor costo y un incremento en las emisiones contaminantes, según expertos consultados por EFE.
Aunque no se prevé una crisis energética en 2024, especialistas y el Gobierno advierten sobre la necesidad de aumentar la cantidad de plantas térmicas para asegurar el suministro en caso de futuras sequías severas. Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), señaló: “No estamos en riesgo este año, pero si en 2025 ocurre otra sequía severa, podría haber problemas. Nuestra matriz energética es muy limpia, pero poco segura”.
El ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, aseguró que, aunque este año no habrá apagones, es crucial construir más plantas térmicas para garantizar la estabilidad del suministro en el futuro. Silveira también descartó la reactivación del horario de verano, pese a la grave situación de los embalses, que se encuentran en su nivel más bajo en casi un siglo.
La situación es particularmente crítica en la Amazonía, donde las principales hidroeléctricas operan entre el 3 % y el 10 % de su capacidad debido a la disminución de los niveles de los ríos. A nivel nacional, la participación de las hidroeléctricas en la generación eléctrica ha caído del 74,5 % en marzo al 43,5 % en octubre, mientras que las plantas térmicas han incrementado su cuota del 5 % al 18 % en ese mismo período. Las energías solar y eólica también han visto un crecimiento, representando el 16,9 % y 12,5 % respectivamente.
El Gobierno ha previsto realizar dos subastas el próximo año para concesionar la construcción de nuevas plantas térmicas, con el objetivo de duplicar su capacidad para 2031. Sin embargo, el uso de estas plantas ya ha encarecido el costo de la energía para los consumidores, elevando el precio de un megavatio/hora de 53 dólares en hidroeléctricas a 85,5 dólares en térmicas.
Brasil también ha activado acuerdos para importar energía de Argentina y Uruguay, en un esfuerzo por mitigar la crisis. Según Pires, el país enfrenta el desafío de garantizar la seguridad energética a largo plazo, aunque esto implique mayores costos y un incremento en las emisiones contaminantes. “El país debe decidir si está dispuesto a pagar ese precio para evitar futuras crisis”, concluyó.