La emblemática chimenea de Huachipato, la mayor siderúrgica de Chile, se apagará este martes, marcando el cierre inesperado de 74 años de actividad en la región del BioBío. Este cierre, que culmina con la detención de la producción de coque, esencial para fundir hierro y fabricar acero, representa un desafío significativo para la economía local, que ahora debe replantear su modelo de desarrollo.
Fernando Orellana, presidente del Sindicato 2 de la usina, comentó: “La planta de coque es el corazón de Huachipato. Nunca se había detenido hasta ahora, y su cierre implica que no podrá volver a funcionar”. La empresa, ubicada en Talcahuano, a 500 kilómetros de Santiago y propiedad del Grupo CAP, decidió cerrar debido a pérdidas significativas (412 millones de dólares en el primer semestre de 2024) provocadas por la intensa competencia con el acero chino, que ni las sobretasas impuestas por el Gobierno chileno pudieron mitigar.
Más de 20.000 trabajadores, tanto directos como indirectos, se verán afectados por este cierre. Entre ellos se encuentra Ricardo Guajardo, de 29 años, quien expresó su decepción: “Uno se proyectaba para poder jubilar en la empresa, pero ahora tendremos que reinventarnos y buscar otras alternativas”.
El impacto del cierre se prevé significativo, con una estimación de reducción del 3 % en el Producto Interno Bruto (PIB) regional, según la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC). En una zona que contribuye casi con el 6 % al PIB de Chile, este cambio es alarmante. Álvaro Ananías, presidente de la Cámara de la Producción y el Comercio del BioBío (CPCBB), destacó que la industria manufacturera ha perdido peso en la región en favor de los servicios en la última década, y ahora se enfrenta a una transición difícil debido a la crisis en industrias tradicionales como la del acero.
“Huachipato sostenía a muchos proveedores medianos y pequeños en la región y en todo el país. Su cierre significará dejar de comprar alrededor de 350 millones de dólares anuales, lo que también afectará a esos proveedores”, añadió Ananías, subrayando la importancia del poder de compra que se pierde con el cierre de la siderúrgica.
Ante este incierto panorama, el Gobierno chileno ha puesto en marcha un plan para fortalecer la industria y proteger el empleo en el BioBío. Este incluye acelerar la inversión pública y privada, desarrollar nuevas industrias y fomentar la producción de acero de manera sostenible, conocido como “acero verde”. La Mesa por el Empleo, conformada por más de 50 organizaciones, ha trabajado en propuestas para reconvertir e industrializar la región a corto, medio y largo plazo.
Fernando García, presidente de la Asociación de Industrias Metalúrgicas y Metalmecánicas (Asimet), enfatizó la necesidad de una reconversión que busque nuevos negocios y se enfoque en la educación continua.
Ananías sugirió que la inversión pública y la recuperación de la pesca de la jibia industrial, limitada por una ley de 2018, podrían ser salidas inmediatas. Por otro lado, Horacio Fuentes, presidente de la Confederación de Trabajadores Metalúrgicos, propuso capacitar a los desempleados en minería, un sector que podría absorber una parte significativa de la mano de obra.
Sin embargo, los trabajadores enfrentan un panorama desalentador, ya que las alternativas laborales son limitadas y existe un déficit de empleo en la región. Orellana expresó su preocupación por las dificultades para recolocarse. A pesar de todo, Ricardo Guajardo mantiene la esperanza de que Huachipato reabra en 4 o 5 años, enfocada en el acero verde y las energías renovables. “Cuando la empresa vuelva a abrir, quiero regresar, buscar un mejor puesto y quedarme hasta jubilarme”, concluyó.
