Jueves 14 de noviembre de 2024
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha revelado que las dietas poco saludables generan unos “costes ocultos” estimados en 7,52 billones de euros (8,1 billones de dólares) al año, de los cuales casi la mitad están relacionados con el bajo consumo de frutos secos, semillas y frutas. Esta cifra forma parte de un impacto más amplio sobre los sistemas agroalimentarios, que en total representa unos 11,6 billones de dólares anuales.
Según el nuevo informe “El estado de la agricultura y la alimentación (SOFA)” de 2024, el 70 % de estos costos se asocian a la ingesta de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares y altos en sodio, afectando a países en todo el mundo. David Laborde, director de la División de Economía Agroalimentaria de la FAO, explicó que estos hallazgos “demuestran la urgencia de la acción”, ya que el consumo de cereales y sal en exceso es una problemática común a nivel global.
La FAO subraya que mejorar los hábitos alimentarios no solo beneficiaría la salud, sino también el medio ambiente, pues podría reducir el uso de tierras agrícolas y la emisión de gases de efecto invernadero. En el informe, se analizaron los costes en seis países, incluyendo Brasil, Colombia y Argentina, en los que se destaca la necesidad de cambios dietéticos significativos.
En Brasil, por ejemplo, el organismo recomienda aumentar el consumo de vegetales y reducir la ingesta de alimentos procesados como medida clave para reducir estos costes ocultos. En Colombia, además, se sugiere una mayor eficiencia en los sistemas agroalimentarios, optimizando la producción para disminuir el terreno dedicado al cultivo y proteger el territorio.
Por otra parte, el informe advierte que en Argentina el elevado consumo de carne roja, especialmente la procesada con altos niveles de sodio, representa un reto en términos de salud pública. La FAO concluye que los países deben comprometerse con acciones más ambiciosas que eviten trasladar toda la presión a los agricultores, e insta a una gobernanza sólida tanto en el sector público como en el privado para enfrentar los costos ocultos en el sistema alimentario.